Mucho se habla acerca de avivamiento, en realidad creo que muchos anhelamos un gran avivamiento. Aunque muchas veces creo que se tiende a confundir la manifestación de un avivamiento.
Personalmente cuando escuchaba hablar de avivamiento hace algún tiempo, venia instantáneamente a mi mente algo parecido al día del pentecostés, y sucesivamente la imagen del primer discurso del Apóstol Pedro con una multitud de personas abandonando sus antiguos hábitos y entregándose plenamente al señorío de Cristo. (lo que es o fué realmente un avivamiento).
Pero desde hace un par de días, he estado reflexionando sobre aquello, y algo que Dios habló a mi corazón fue que simplemente necesitamos orar. Dios me dio a entender que es por medio de la oración que ese tipo de cosas acontecen, luego enseguida pensé…eso es un poco obvio, todo el mundo sabe que la oración es la base de todo. Luego sentí en mi corazón la respuesta. Y es que no se trata solamente sobre orar, sino más bien como orar. Fue ahí que pare un poco para pensar en eso, y luego vino a mi mente el libro de los hechos.
En hechos 1:5, Jesús les deja una promesa a sus discípulos, la promesa que él recibió del Padre (v.4). El Espíritu Santo vendría sobre ellos, y les daría PODER (v.8).
Y finalmente el secreto del avivamiento, el cual todos hemos leído y escuchado. Hechos 1:14, dice que perseveraban en oración y ruego.
Creo que lo que ellos anhelaban y ansiaban con todo su corazón en ese momento, no era, lo que hoy en día seria, iglesias llenas, multitudes emocionadas y arrepentidas, grandes ministerios, etc. Sino lo que ellos querían era simplemente el cumplimiento de la promesa dada por el Padre y dicha por Jesús, lo que ellos buscaban en oración y ruego era nada más y nada menos que la presencia misma de Dios por medio del Espíritu Santo manifestada en sus vidas. Ellos no hicieron campañas para “atraer” el avivamiento, no estudiaron métodos de evangelismo en masa, ni nada por el estilo. Ellos simplemente querían vivenciar el poder el Espíritu Santo en sus vidas. Lo que vino después, en el día del pentecostés fue simplemente resultado de las oraciones, el crecimiento rotundo de la iglesia, y la expansión del evangelio fueron solo el resultado de quizás días de oración.
Esto me lleva a pensar y a cuestionarme a mi mismo sobre la forma en la que oro. Cuando Dios me hablo sobre esto, me encontraba orando por el ministerio de adolescentes de mi iglesia, estaba pidiéndole a Dios, que el ministerio pudiera crecer en almas, que pudiera dar coraje a los chicos para evangelizar en sus colegios, que hubiera un despertar, un anhelo en sus corazones por las almas perdidas. Fue entonces en medio de esa oración que Dios me dice “ora”. Y es ahora después de examinar experiencias post bíblicas sobre avivamientos, e inclusive algunas manifestaciones poderosas de Dios en la biblia con los profetas, que percibí, que lo que Dios me estaba diciendo con “ora”, era sencillamente tener una relación intima con él. Mi oración mas ferviente deberia ser, "háblame señor", "heme aquí". "Revélate a mí", "santifícame para ti", (no para mi ministerio). Debo vivir incansablemente buscando a Dios, el crecimiento de mi ministerio será consecuencia del grado de intimidad que tenga con Dios.
En Salmos 37:4, nos llama a deleitarnos en el señor, y él concederá las peticiones de nuestro corazón, deleitémonos cada minuto que pasemos en oración, cada minuto que separemos para estar a solas con él. A medida que nuestra relación con Dios vaya creciendo, madurando. Él cuidara de los deseos de nuestro corazón, de ver nuestros barrios, ciudades y países transformados, de tener cultos bendecidos con manifestaciones sobrenaturales etc.
Sé que muchos cristianos ya sabían esto, no es ninguna súper revelación, simplemente es algo que Dios habló a mi vida, llamándome la atención a preocuparme más en buscar su rostro, que ver frutos en mi ministerio.
Busquemos el rostro de Dios sobre todas las cosas, y tengo certeza que el cumplirá en su tiempo aquello que nos prometió.